martes, 16 de marzo de 2010

Percepción espacial.

La percepción del espacio no guarda relación con la realidad del mismo, sino con el modo en que el niño lo reconoce. Los sentidos de la vista y el tacto contribuyen a ella, ya que las principales percepciones espaciales son las de tamaño, forma, distancia y dirección de los objetos.

En los primeros meses de vida, el espacio del niño es muy escaso, ya que se limita al campo virtual y a sus posibilidades motrices. Cuando un niño quiere conseguir un objeto que ha entrado dentro de su campo visual realiza una serie de movimientos de tanteo, hasta que logra alcanzarlo, ya que no puede calcular la distancia ni sus propias posibilidades. Sus tanteos repetidos le proporcionarán la experiencia necesaria para poder alcanzar el objeto de un modo directo con la coordinación viso-manual precisa.

Cuando el niño comienza a andar, su espacio vital se amplía considerablemente, y con ellos sus posibilidades de experiencia, aprendiendo a moverse en un espacio, y a captar distancias, direcciones y demás estructuras espaciales elementales, siempre en relación con su propio cuerpo. Para una correcta percepción del espacio, necesita establecer conexiones entre las sensaciones visuales, cinéticas y táctiles.

Posteriormente, y una vez que el niño posee conocimientos de su esquema corporal, éste le proporciona los puntos de referencia necesarios para organizar las relaciones espaciales entre objetos exteriores a él. Estas relaciones espaciales se dan en grupos opuestos: alto-bajo, delante-detrás, cerca-lejos, dentro-fuera y derecha-izquierda.

La evolución de la percepción del espacio se puede estudiar a través de la representación gráfica en un plano. Al principio, el niño no se preocupa por representar el espacio. Lo dispone todo en un mismo plano: la noción de dirección viene definida por los términos alto y bajo: lo que está lejos se dibuja en lo alto de la hoja, lo que está cerca abajo. El tamaño es indiferente, es decir, no existen proporciones, hasta una fase posterior (6 años). En esta edad, la representación del espacio se ajusta a la apariencia visual. La posición relativa de los objetos se hace por medio de una suceción de planos y sólo hacia los 9 años, el niño será capaz de tener en cuenta y de representar la perspectiva.

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